Información sobre la plaza de toros

Bienvenidos a la Malagueta

Descubre la historia y secretos de una de las plazas de toros más importantes de España.

Información sobre la plaza de toros

Bienvenidos a la Malagueta

Descubre la historia y secretos de una de las plazas de toros más importantes de España y del mundo.

Los orígenes

El nacimiento de la Malageta

La Plaza de Toros de La Malagueta es un icono singular en Málaga, declarada Bien de Interés Cultural en 1981. Destaca por su estilo arquitectónico neomudéjar y su inusual estructura poligonal de 18 lados, diseñada con ladrillo y hierro, que la convirtió en el primer edificio de la ciudad en utilizar este material. Sus arcadas y detalles ornamentales, como los arcos de medio punto y las tejas de barro, aportan una elegancia clásica que resalta en el entorno malagueño.

Su construcción comenzó en 1874 bajo la dirección del arquitecto Joaquín Rucoba, y fue inaugurada el 11 de junio de 1876. En la corrida inaugural participaron los célebres toreros Rafael Molina “Lagartijo,” Antonio Carmona y Luque “El Gordito,” y Manuel Rodríguez “Desperdicios,” enfrentándose a toros de la ganadería de Murube. Actualmente, La Malagueta, con un aforo para 9.032 espectadores, alberga importantes eventos taurinos, como la Corrida Picassiana y las celebraciones de la Feria de Agosto, además de otros usos culturales, manteniendo su relevancia como patrimonio histórico y punto de interés en la ciudad.

Antigua plaza toros
Ronda

Ronda, cuna del arte del toreo

La escuela rondeña representa un hito fundamental en la historia de la tauromaquia por el concepto de lidia que en el siglo XVIII instauró el torero  Pedro Romero, un pilar fundamental en la historia del toreo. Con él, se desarrolló profundamente la técnica de torear, destacando especialmente la suerte de matar, que en Ronda se caracterizaba por su rapidez y austeridad. Romero convierte el enfrentamiento en un arte donde la sobriedad y la eficiencia son esenciales para dominar al toro. Esta concepción rondeña del toreo, centrada en la precisión, consolidó a Ronda como una de las grandes referencias en el arte del toreo junto a Sevilla.

Málaga, el toreo a las puertas del Mediterráneo

Cercano a Ronda, en Málaga, la tauromaquia también consolidó su presencia a partir del siglo XV. Tras la toma de Granada en 1492, se celebraron festejos taurinos en la Plaza de la Constitución, donde se instalaron barreras en las calles para permitir la lidia. A lo largo de su historia, Málaga ha contado con varios recintos desmontables, como la plaza de la Pescadería, la plaza del Carmen, la plaza de toros Vieja o la Plaza de Álvarez en el Molinillo. Estas celebraciones, junto con el desarrollo de nuevos espacios taurinos, consolidaron a Málaga como un centro relevante para el toreo, donde las corridas no solo eran entretenimiento, sino un componente fundamental de la vida social y cultural de la ciudad.

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Las dinastías de Málaga y sus toreros

La dinastía de los Romero, originaria de Ronda, es una de las más influyentes en la historia de la tauromaquia. Fundada en el siglo XVIII por Francisco Romero, a quien se le atribuye la invención de la muleta, la saga continuó con su hijo Juan Romero y culminó con Pedro Romero, la figura más emblemática de esta línea. Pedro Romero, nacido en 1754, se convirtió en el primer matador en alcanzar un respeto social considerable, tanto dentro como fuera del ruedo, y es recordado por su impecable técnica, pues mató más de 5.600 toros sin sufrir una sola cogida. Su estilo y profesionalismo elevaron la figura del torero a un nivel de dignidad sin precedentes, llegando a ser inmortalizado por Francisco de Goya en la serie de grabados La Tauromaquia.

La dinastía de los Ordóñez es una de las más prestigiosas de la tauromaquia, marcada por la innovación y el carisma de dos figuras centrales: Cayetano Ordóñez Aguilera, conocido como El Niño de la Palma, y su hijo Antonio Ordóñez. Cayetano, nacido en Ronda en 1904, se introdujo en el mundo del toreo desde joven, estableciendo una carrera que lo llevaría a popularizar y consolidar la corrida goyesca de Ronda, un evento anual en el que se honra el legado taurino de la ciudad y se recrea la estética de la época de Goya.. Este espectáculo se ha convertido en una de las tradiciones más emblemáticas y perdurables de Ronda.

Antonio Ordóñez, nacido en 1932, continuó y amplió el legado familiar, destacándose no solo por sus habilidades en el ruedo sino también por su vida pública y sus amistades con figuras culturales. Su relación con el escritor Ernest Hemingway, quien lo retrató en su libro Verano sangriento, ayudó a proyectar la tauromaquia española a nivel internacional y reforzó la imagen de Antonio como uno de los toreros más importantes de su tiempo. Los nietos de Antonio Ordóñez, Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, han continuado con la tradición taurina de la familia, consolidándose como figuras destacadas en el toreo contemporáneo. Ambos han tomado la alternativa en la histórica corrida goyesca de Ronda, uniendo su destino taurino al legado de sus antepasados y manteniendo viva la esencia de la dinastía Ordóñez en la tauromaquia actual.

La familia Galán ha aportado notables figuras a la tauromaquia malagueña, siendo Antonio José Galán (apodado El Loco Galán)  y su hijo David Galán quienes representan su legado más característico. Antonio José, criado en Fuengirola, fue un torero conocido por su gran habilidad con la mano izquierda y su técnica para matar sin muleta. Alcanzó gran popularidad en América, especialmente en Perú, donde realizó 27 actuaciones en la plaza de Lima y se consolidó como un referente. Fue empresario de la plaza de toros de Mijas y su trágica muerte en un accidente de tráfico en 2001 dejó una profunda huella en el mundo taurino.

Su hijo, David Galán, debutó en Fuengirola en 2001 y tomó la alternativa en Málaga en 2005 de la mano de José Mari Manzanares. Desde entonces, ha mantenido viva la tradición familiar, toreando en plazas de Perú y en otras fuera de las grandes ferias españolas. También figura en la dinastía Alfonso Galán, hermano de Antonio José. Alfonso debutó en Caracas en 1974 y confirmó su alternativa en Las Ventas en 1979, lo que lo consagró dentro del mundo taurino y reforzó el apellido Galán.

Manuel Ortiz Benítez, conocido como Manolo Ortiz, fue un matador de toros y banderillero malagueño de una familia profundamente ligada a la tauromaquia. Su abuelo fue conserje en la plaza de toros de Málaga, lo que fortaleció su conexión con el toreo desde joven. Tras su alternativa en La Malagueta en 1971 y la confirmación en Las Ventas en 1972, se convirtió en una figura destacada en la creación de la Escuela Taurina de Málaga, promoviendo la tauromaquia local. En reconocimiento a su dedicación, recibió la Medalla de Andalucía en 1986, dejando un legado duradero en la comunidad taurina.

Ricardo Ortiz, hijo de Manolo, continuó el legado familiar formándose en la Escuela Taurina de Málaga y ganando notoriedad desde el inicio. Con un estilo que equilibra fuerza y elegancia, ha destacado tanto en España como en América Latina, manteniendo con orgullo la tradición taurina de la familia y el nombre de Málaga en el mundo del toreo.

Javier Conde, nacido en Málaga, es uno de los toreros más reconocidos de su ciudad. Hijo del novillero Curro Conde, comenzó su carrera en 1989 y rápidamente se destacó por un estilo único y lleno de sensibilidad. Su alternativa en La Malagueta en 1995, apadrinado por El Niño de la Capea, fue el comienzo de una trayectoria caracterizada por un toreo cargado de duende y profunda conexión con el público.

Uno de los momentos más recordados de su carrera fue La Noche Mágica de La Malagueta, donde el público malagueño lo llevó a hombros hasta el hotel en una de las tardes más emblemáticas de la plaza. Además, Javier Conde fue uno de los promotores de la Corrida Picassiana de Málaga, una celebración que une tauromaquia y arte en honor a Picasso, consolidando su compromiso con la cultura y el legado malagueño.

Fuera de los ruedos, Javier Conde ha estado activo en el ámbito cultural. Casado con la cantaora Estrella Morente, ha explorado el mundo del cine y se ha mantenido cercano a sus raíces andaluzas, aportando una dimensión artística a la tauromaquia que lo convierte en una figura respetada y singular.

La familia Fortes es pionera en la tauromaquia española gracias a Mari Fortes, una figura destacada que comenzó su carrera como novillera en una época en que las mujeres aún enfrentaban limitaciones para torear a pie. Nacida en Cuevas Bajas, Málaga, su vocación surgió de manera inesperada a los nueve años, y, con determinación, se formó en el toreo tras la derogación de la prohibición en 1974. Mari Fortes toreó en plazas importantes como La Monumental de Barcelona, Pamplona y La Malagueta, y aunque una lesión le impidió tomar la alternativa, ha sido empresaria taurina, profesora en la Escuela Taurina de Málaga, crítica taurina y ganadera junto a su esposo, el banderillero Gaspar Jiménez.

Saúl Jiménez Fortes, su hijo, ha hecho historia al ser el primer matador de toros que hereda la profesión de su madre. Criado en un entorno taurino y entrenado junto a ella, desde joven mostró una gran vocación y entrega. Ha tenido actuaciones destacadas en Las Ventas, Pamplona y La Malagueta, donde protagonizó una valiente encerrona con seis toros. Apodado “el torero de los milagros” por su capacidad de superar graves cornadas, Saúl ha continuado el legado taurino de los Fortes, manteniendo viva su tradición en el ruedo con una reputación de gran valentía y profesionalismo.

Mari Paz Vega, torera malagueña que es una figura pionera en la tauromaquia, siendo una de las primeras mujeres en tomar la alternativa en España. Proveniente de una familia apasionada por los toros; su madre era seguidora de Antonio Ordóñez, y su padre, Francisco Vega, fue novillero y mozo de espadas. Con solo nueve años, comenzó a entrenarse bajo la supervisión de su padre, y más adelante se formó en la Escuela Taurina de Málaga con la orientación de Mari Fortes. A los catorce años, mató su primer novillo, y tras una destacada etapa como novillera, tomó la alternativa en Cáceres el 29 de septiembre de 1997.

Mari Paz ha desarrollado una carrera internacional con importantes actuaciones en México, Venezuela y otros países de América, donde ha cosechado numerosos éxitos. Entre sus logros más destacados, se cuenta el hecho de haber cortado dos orejas en la Plaza México en 2011, siendo la única mujer en lograrlo hasta la fecha. A lo largo de más de veinte años en la profesión, ha recibido múltiples premios, como el Trofeo al Mejor Toreo de Capote en la Feria de Málaga y el Premio San Sebastián de Oro en Venezuela, consolidándose como una de las mujeres más influyentes y respetadas en el mundo del toreo.

Manolo Segura, nacido en Málaga el 1 de marzo de 1934, es recordado como el matador que más veces ha salido por la Puerta Grande de La Malagueta, un reconocimiento que llevó a la Diputación Provincial de Málaga a nombrar esta emblemática puerta en su honor. Su carrera taurina comenzó el 8 de septiembre de 1949 cuando debutó como banderillero, sin experiencia previa frente a un toro, y se consolidó como novillero tras su destacada presentación en Madrid en 1954, donde cortó dos orejas.

En 1958, tomó la alternativa en Málaga de manos de Julio Aparicio, con el testimonio de Chicuelo (hijo) y toros de Juan Pedro Domecq, un paso decisivo que confirmó en Madrid al año siguiente con Antonio Bienvenida y Manolo Vázquez como testigos. A pesar de su prometedor inicio, su carrera no fue extensa, y en 1962 decidió retirarse, aunque ocasionalmente reapareció en festivales benéficos. En sus años de retiro, Segura dejó una profunda huella en el toreo malagueño, y su legado como figura de La Malagueta sigue vivo a través de la Puerta Grande que lleva su nombre.

Un vínculo con la Plaza de Toros de Málaga

La Plaza de Toros de Málaga es más que un ícono taurino; es un espacio profundamente ligado a Pablo Picasso, quien desde niño quedó fascinado por las corridas que presenció en La Malagueta junto a su padre. Esta experiencia marcó su vida y su arte, convirtiendo la tauromaquia en un tema recurrente en su obra. Toros, toreros y el dramatismo del ruedo simbolizaron para Picasso la lucha, la vida y la muerte, reflejándose en grabados, pinturas y cerámicas que transformaron las tradiciones populares en arte vanguardista.

Hoy, visitar La Malagueta no solo es un homenaje a la tradición taurina, sino también un viaje al imaginario de un genio que llevó a la tauromaquia al plano artístico universal. Esta conexión entre Picasso y la plaza es un testimonio vivo de su pasión por sus raíces malagueñas y por una tradición que definió su obra y su visión del mundo.